Miserias Literarias

Desgranando el agusanado mundillo editorial

14 noviembre 2006

Consultorio literario (V)

Mis disculpas por el retraso. A mis obligaciones habituales se ha unido estos días una pertinaz gripe que, de forma vil y conspirativa, se empeña en mantenerme en cama. Y a ciertas edades no es conveniente hacer muchos excesos. Un saludo a todos.
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¿Alguien soporta leer un texto muy largo en la pantalla del ordenador?

Supongo que habrá gente que lo haga pero no deja de ser una tarea ardua y fatigosa. Hoy por hoy, el mejor soporte para textos extensos es, sin duda alguna, el papel. Por otro lado, abrir un libro no sólo supone leer su contenido. Asociado a este gesto hay todo un ritual muy excitante del que resulta muy complicado abstraerse una vez se ha acostumbrado uno a él. Leer las solapas, abrir sus páginas, sentir su tacto, percibir el aroma de la tinta impresa. Llámeme fetichista si lo desea pero estoy convencido que esa inigualable experiencia no se perderá nunca.

Si la mayoría de los actuales compradores/lectores de novelas son del género femenino, ¿influye esto en los criterios de las editoriales cuando eligen textos para publicar?

Sin duda alguna. No influye de forma decisiva pero sí es tenido en cuenta. En cualquier caso no vamos a cometer el error de entrar en definiciones de literatura femenina y literatura masculina. No vamos a hablar de Barbara Cartland ni de Sven Hassel. Bajo mi prisma, tales conceptos —literatura masculina y femenina—, en su forma pura, han dejado de existir. Hoy en día los gustos son variopintos y ese tipo de encasillamientos ya no resultan precisos pero lo que sí es cierto —y obvio— es que siempre se estudian las tendencias de lectura de cara a publicar nuevos manuscritos y entre esos estudios, algunos dedican una especial atención al género femenino.

¿Algún escritor, de prestigio o no, se permite el lujo o la sapiencia de no filtrar sus textos por un corrector de estilo, de ortografía, etc.? ¿Debería hacerse constar en las primeras páginas de los libros el nombre de estos “obreros”?

Algunos tratan de cometer tamaña osadía pero hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, se trata de una decisión ajena al autor y llevada a cabo por política editorial. El autor es dueño de sus textos pero el editor es dueño —y responsable— de sus ediciones. Y a ningún editor le gusta ver su nombre en boca de todos debido a la deficiente calidad de las mismas. En cualquier caso, dichos casos son muy puntuales, casi anecdóticos. Los autores que tratamos de ser profesionales somos conscientes de nuestras limitaciones y reconocemos y admitimos la necesidad de los correctores. Otra cuestión diferente es que se discutan determinados aspectos o criterios de la corrección. Los correctores son personas y, como tales, susceptibles de cometer fallos. Yo me he encontrado en algunas de mis galeradas reseñas de errores que, una vez comentados con el corrector, no eran tales. Respecto a su segunda pregunta, mi respuesta es que lo que sugiere no sería ningún despropósito. En las ediciones traducidas figura el nombre del traductor —en ocasiones, cuando se trata de alguien de prestigio, aparece de forma explicita y señalada—. ¿Por qué no debería aparecer el nombre de los correctores? En cualquier caso, esa decisión chocaría de frente con el ego de muchos compañeros de profesión que deberían aceptar de forma pública que han necesitado ser corregidos —aunque, en el fondo, sea vox populi— por lo que muchos opinan que ese tema es mejor no meneallo.

¿Se debería “traducir” El Quijote al lenguaje del castellano de uso actual?

¿Por qué? ¿Qué beneficios se obtendría con ello? Si de lo que se trata es de aumentar su legibilidad, existen excelentes ediciones comentadas. No acabo de comprender el trasfondo de la pregunta.

¿Todos los autores que publican de manera habitual son siempre rentables para la editorial? Si no es así, ¿por qué los siguen editando?

No. No siempre lo son. En muchas ocasiones se les mantiene porque dejan de serlo de forma puntual, cuando han escrito una obra muy novedosa, arriesgada en su planteamiento o simplemente mala de solemnidad —todos cometemos patinazos. No se puede ser divino eternamente—. En esos casos y previendo futuras rentabilidades, se mantiene al autor en plantilla. Eso sí, al segundo fallo consecutivo ya puedes ir buscando otro lugar donde anidar. En otras, la obra no es rentable per se pero mantener a ese autor en la editorial les produce una pátina de respetabilidad y calidad literaria que les beneficia de cara a la galería —el Ulises de Joyce es infumable pero cualquier editorial que cuente en su fondo con dicha obra obtiene de inmediato un cierto crédito intelectual. O las obras de Milan Kundera no las lee ni dios pero decir que lo publicas en tu editorial concede de inmediato un elevado prestigio—. En otros casos —los menos— se les mantiene porque, aun no siendo rentables, el editor cree en la calidad literaria de la obra de ese autor y confía en que, tarde o temprano, acabará siendo reconocido. Son inversiones a largo plazo.

¿Por qué los escritores son tan malos compañeros de sus colegas? Desde que empiezas y eres novel ya puedes sentir esa mirada lacerante en la nuca y cuando te giras ¡zas! otro escritor en busca de editorial a punto de clavarte un cuchillo.

Estimado amigo, su enunciado parte de una falacia dialéctica ya que al expresarlo de forma categórica, da usted por sentado que los escritores son malos compañeros. Y no siempre suele ser así. Y es cierto que entre los escritores hay personas muy necias o con muy mala leche. Ya comenté este aspecto en otro de los consultorios, creo recordar que en el III. Las animadversiones vienen dadas por el propio carácter de las personas, independientemente de que sean escritores o fontaneros. La diferencia es que las animadversiones de los escritores se ven y se notan más ya que disponen de los medios necesarios para darlas a conocer a un amplio sector de gente, sus lectores. Y respecto a esa manía persecutoria que suele asaltar al escritor novel, no se preocupe. Como manía que es, se acaba curando —o, según los casos, agravando— con el tiempo.

17 Comentarios

Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Prometeo,

Afirma usted que el Ulises de Joyce es infumable. Partiendo de la base de que este tipo de juicios son bastante subjetivos, tengo la siguiente curiosidad: ¿Hay muchos escritores y críticos del mundillo literario y editorial en el que usted se mueve que compartan esta opinión? ¿Es el Ulises una de estas "obras de arte" en las que, en gran medida, sólo los pedantes se complacen, es decir, de las que se leen por puro "esnobismo"? Si es así, ¿cómo podemos considerarla en primer lugar una obra de arte? ¿Qué diríamos de una pieza musical que casi nadie es capaz de escuchar completa por puro aburrimiento, pero que está considerada una "obra cumbre" de tal o cual compositor? ¿O tal vez es que para disfrutar de una obra de este tipo se requieren capacidades de apreciación que sólo una exigua élite dispone y que son totalmente ajenas al simple placer de la lectura que buscamos la mayoría al abrir un libro? Mójese un poco, por favor ;-)

Un saludo.

15/11/06 20:35  
Blogger Angéline dijo...

Cuídese Prometeo y háblenos algún día de las presentaciones de libros (desde la posición del autor, por favor). Confieso que he leído una gran parte de su blog pero no toda. Si ya lo ha comentado, hágame una referencia del post y me iré hasta allí para leerlo. Le envío un abrazo sanador.

15/11/06 22:30  
Blogger CAROLINA MENESES COLUMBIÉ dijo...

Estoy de acuerdo, el Ulises de Joyce es infumable, en mi caso incomible porque no fumo. En cuanto a que a Milán Kundera no lo lea ni dios, eso también es una falacia dialéctica, pues depende del país y del gusto de sus lectores, o lo que es peor, de las modas.
Al lector que pregunta sobre lo malo que son como colegas los escritores le recomendaría leer, "El amor es una falacia", de Max Schulman. En realidad se lo recomendaría a todos los que emitimos generalizaciones.
Es siemple un placer leerlo.

16/11/06 13:32  
Blogger Antonia Romero dijo...

Hace una semana que terminé "La insoportable levedad del ser", de Milán Kundera y he de decir que no soy elitista, ni snob, ni rara leyendo. Leo más bien de todo (exceptuando libros oportunistas del tipo "Leonor hija de..., o "La Zaldivar en Zanzibar")y, si un libro no me gusta, lo dejo sin el más mínimo remordimiento de conciencia, cosa que para algunos es una aberración absoluta (me disculpo por ello).
Bien, esta novela de Kundera (la única que he leído de este autor) me ha encantado, me ha hecho pensar mucho sobre mí misma y sobre todo lo que me rodea.
No he leído el "Ulises", tampoco me ha tentado nunca, pero creo que la literatura es como el amor: ciega, sorda y en innumerables casos debería ser muda.
Vuelvo a felicitarle por su loable tarea.
Un saludo
Antonia

16/11/06 18:36  
Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Prometeo:

Hay una pregunta que hace tiempo quería arrojar al aire. A veces, se encuentran en la Red casos de escritores que, tras haber publicado un (1) solo libro (normalmente en una editorial pequeña, que no editará más de 2000 ejemplares), empiezan a hacer gala de una vanidad asombrosa. En algunos casos, se permiten quejarse de que la gente no se haya puesto de rodillas ante ellos nada más haberse dado a conocer, e incluso llegan a insinuar que, si no se han hecho ya famosos en todo el territorio nacional, es porque existe una conspiración de gente malvada y/o envidiosa que así lo está impidiendo. Este tipo de escritores suele tener página web, y un blog en el cual casi todo el mundo (¡a veces, el propio autor, escribiendo con otro nick!) se dedica a darles la razón acerca de su talento, su condición de víctima de los Otelos y Maquiavelos de este mundo, etc.

Mi pregunta: ¿cree que esta clase de comportamiento forma parte del signo de los tiempos, y que por tanto será cada vez más frecuente en el mundo de los escritores?

En lo que respecta al Ulises... bien, yo lo estoy leyendo, y no lo considero infumable, sino un desafío a mi capacidad como lector. Y, aunque me arriesgo a ser tachado de "poseur" por decir lo que viene a continuación, estoy disfrutando enormemente la lucha que estoy manteniendo con el autor (a quien hace tiempo empecé a amar a través de sus relatos).

Excelente blog el que tiene usted. Un afectuoso saludo.

16/11/06 18:55  
Blogger zoquete dijo...

Querido Prometeo,

En primer lugar quisiera reiterarle mis felicitaciones por su tan acertada iniciativa y más aún gozosa implementación. ¡Albricias! En sus palabras detecto entusiasmo, pasión y un poso de esperanza, pese a encarar aspectos tan agridulces y entornos tan turbios.

Parece que fue Giovanni Papini quien dijo: "Si un hombre cualquiera, incluso vulgar, supiera narrar su propia vida, escribiría una de las más grandes novelas que jamás se haya escrito."

Soy de tal opinión, pero incluso llevada mucho más allá. Me deleito con Marvin Harris, y sin duda su descripción de las sociedades me estremece más que "El señor de las moscas" de Golding. Prefiero a un Oliver Sacks neurólogo que a Saramago y su "Ensayo sobre la ceguera" . Creo firmemente en que tenemos una gran necesidad de escritores, pues son muchos los temas que merecen ser desarrollados, trabajados, explicados, divulgados (¡ojo, para todo tipo de lectores, y no exclusivamente destinados a técnicos, a gente del mundillo!). Por otro lado disponemos de una legión de aspirantes a escritores, tantísima gente dispuesta a escribir. Como si de un mercadillo se tratara, ¿no ha existido o existe ninguna iniciativa destinada a cubrir esas necesidades?

Me sorprende la facilidad con que se propone una “temática libre” en certámenes literarios, concursos y baturrillos varios. ¿Es que no existe una demanda de escritos? ¿es que no es necesario alumbrar relatos que ayuden a aclarar, a profundizar en temas como la inmigración, los maltratos, el libre comercio, la globalización, el mismo internet?

Por otra parte, quizás deformado por mi participación en determinados foros de Internet, me parece muchísimo más sencillo (y gratificante para los potenciales lectores) dedicarse a escribir sobre un producto concreto (“La conjura de los necios”, “Actimel”, etc…) que sobre temas abiertos. Incluso me parece todo un estímulo para la creatividad, para la imaginación con la obvia funcionalidad añadida. Me sorprende, me cansa e incluso lleva a desmotivarme encontrar que en los foros literarios se hable de escribir de una manera tan abstracta en que en ningún momento se hable del lector. Creo que a poco que se fuera detallando esa figura, esos ojos que han de recorrer nuestras líneas, encontraríamos infinidad de posibilidades. Entre la gloria de un bombazo editorial y el ahogo en alcohol de quien lleva tres años retocando “La Gran Obra” sin que sea aceptada por nadie, ¿no existe un punto medio? Quizás el alcalde de TorrePentagonal de Arriba le guste financiar con seis mil euros una novelita ambientada en el pueblo. Quizás un recopilatorio de relatos sobre tres generaciones de maestros sirva para dar perspectiva al colectivo de docentes de secundaria. ¿No existen iniciativas de ese tipo y no son un buen camino de “prácticas”, “pasantía” o “beca formativa” para los no consagrados?

El demonio de la autoedición y similares. Me pareció una idea brillante encontrarme en cierto centro comercial unos cuentos para niños donde uno podía incluir el nombre de sus criaturas. Lástima que el invento consistiera en la simple inclusión de tales nombres en posiciones estratégicas, además de la población donde residían y su fecha de nacimiento para deducir el cumpleaños. El ejemplar “personalizado” de marras costaba entorno a los veinte euros. ¿Es descabellado pensar en algo similar donde se incluya un relato realmente hecho a medida, por ejemplo, una pequeña historia con una docena de personajes –los alumnos de una clase, unos compañeros de oficina, etc-? Desconozco el negocio, pero me parecen vías de “prácticas” a esa legión de escritores esperando su oportunidad. Y no, no creo que la creatividad pueda agotarse, antes bien enriquecerse, por trabajar por encargo, o tendríamos que vaciar medio Museo del Prado.

Finalmente y aprovechando el tirón que está teniendo su blog, que aspiro vaya a más, ¿por qué no aprovechar las contribuciones ajenas? Me produce cierta tristeza que se pierda este apasionante cruce de ideas. Entiendo que su cometido es otro, que sus garbanzos se los gana de otra manera, pero hoy en día existen muchas herramientas en Internet para facilitar la gestión de los contenidos, tipo wikipedia. Me imagino todo lo escrito hasta ahora volcado en un formato más estructurado, donde con un simple golpe de vista un aspirante a escritor vea el camino (he estado tentado de hacerme un pequeño diagrama), y la importancia de combinar sus encierros junto a sus fantasmas con la vida social, con la promoción, con la búsqueda y mantenimiento de contactos.

17/11/06 11:13  
Blogger Prometeo dijo...

Aprovechando una pequeña tregua que acaba de ofrecerme el obstinado proceso febril que me tiene cercado en los últimos días, paso a responder, a vuelapluma y en la medida de lo posible. Espero entiendan las circunstancias.

En primer lugar, hay dos afirmaciones mías que han parecido molestar a algunos de los lectores de este blog. O más que molestar, quizá debería decir sorprender. Trataré de explicarme. El hecho de que el Ulises de Joyce me resulte más aburrido que evaluar la trama argumental de las páginas amarillas leídas al tresbolillo, aun a pesar de ser una idea refrendada por no pocas de las personas que conozco, no es, al fin y al cabo, más que una opinión meramente subjetiva. Entiendo que puede haber gente que disfrute con ese tipo de lecturas. Lo siento, yo no. El error cometido por mi parte fue categorizar a partir de una opinión meramente subjetiva y personal —para mayor escarnio, tal y como le reprochaba en esa misma entrada a otro de los lectores—. La idea que traté de expresar creo que quedó clara para todo el mundo pero el ejemplo quizá fuese desafortunado. Como error cometido lo asumo y entono el mea culpa.

Respecto a Milan Kundera, tres cuartos de lo mismo con un ligero matiz añadido. En ningún momento quise insinuar que fuese mal escritor sino que —al menos, en España— lo leen tres y el del tambor. Y a las cifras de venta de Tusquets me remito.

Aún así, me gustaría agradecer a todos aquellos que me han amonestado por dicho comentario, su buen talante —palabra tan de moda y tan desvirtuada últimamente— y su fair play al respecto. Con participantes así, da gusto mantener una tertulia dónde y cómo sea.

Curiosamente, a raíz de dicha disputa ha surgido —entre otras cuestiones expuestas en los comentarios— un interesante debate como el que propone Anónimo en el primer comentario de esta entrada. Prometo exponer mi opinión al respecto en cuanto me sea posible.

Zoquete: un placer recibir sus opiniones y sus argumentaciones. Plantea dilemas y cuestiones muy interesantes. Estaré encantado de ir desarrollándolos en cuanto me encuentre un poco mejor. Por cierto, mi próxima entrada versará sobre una cuestión que usted me planteó en el amable y cordial correo electrónico que tuvo a gala enviarme. Espero que el hecho no le moleste.

Ahora, lamento dejarles. Me debo a mi dosis de Algidol. Espero poder incorporarme con ímpetu renovado la semana que viene.

Un saludo,
Prometeo

17/11/06 13:40  
Anonymous Anónimo dijo...

Algunas cosillas sobre lo que aquí se ha hablado.

Ulises, de Joyce es, a mi juicio una obra de escaso valor literario. Lo veo como resultado de un experimento, no definitivo, del cual otros artistas pueden extraer conclusiones y herramientas interesantes para crear, sí, verdaderas obras de arte.
No creo que todo producto innovador sea bueno como producto en sí. En verdad lo digo, creo que muy poca gente puede encontrar algún goce estético en el texto. Y en cualquier caso, su extensión no se justifica (curiosamente es uno de los errores más frecuentes en los escritores noveles). Si usted publica, usted se dirige al público. Lo menos que tiene que hacer es mantener su interés durante la obra.

Otra cosa. Coincido con quien dijo que los escritores son malos colegas. No veo esa observación tan errada como sugiere el blogmanagerocomoquieraquesediga. Los comentarios más estúpidos que he escuchado (o leido) a grandes escritores son, precisamente juicios sobre escritores contemporánaneos.

Besos, Giovanni

17/11/06 14:39  
Anonymous Anónimo dijo...

"Los comentarios más estúpidos que he escuchado (o leido) a grandes escritores son, precisamente juicios sobre escritores contemporánaneos."

Curiosamente, lo más estupidos que he oído (y leído) yo son de futbolistas referidos a otros futbolistas. Y de periodistas referidos a otros periodistas. Y de cantantes referidos a otros cantantes (Ramoncín versus Sabina).

En eso estoy de acuerdo con Prometeo. No digo que entre escritores no se dé el caso. Lo que digo es que no va con la profesión. Va con la persona. La diferencia está en que los comentarios de personajes públicos tienen más repercusión. Y los escritores son personajes públicos al fin y al cabo.

18/11/06 00:02  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado Anónimo (el primero de la tanda de comentarios):

Me pregunta usted si conozco escritores o críticos que alberguen la misma opinión que yo respecto al Ulises de Joyce. Le juro que son legión. De hecho, conozco a muchas más personas que opinan que el Ulises es más un rebuscado ejercicio literario carente de valor que una obra cumbre de la literatura universal. ¿Cuántas de ellas lo reconocerían en público en el ejercicio de su profesión? Muchas menos de la mitad.

La cuestión no es determinar si es necesaria la exigencia de un paladar exquisito que permita saborear de forma adecuada la calidad de una obra literaria, musical o pictórica y que dicho paladar esté reservado a una elite. Es cierto que se puede estudiar la complejidad de una obra artística y tratar de determinar sus valores intrínsecos desde un punto de vista objetivo y para eso están los auténticos estudiosos. La película Memento de Chris Nolan plantea de forma impecable unos acertados —que no novedosos— esquemas en la forma de enfocar una historia. El inteligente uso de la escala octatónica que hace Frank Zappa en Jezebel Boy no puede ser considerado sino una muestra de genialidad. Pero, al margen de estas dos cuestiones, Zappa me parece un coñazo como la copa de un pino y Memento me terminó mareando. La cuestión que quiero resaltar es que no tiene nada de malo —ni de extraño— el reconocer el mérito o la calidad intrínseca de una obra si, una vez evaluada desde un punto de vista objetivo y cuando dicha evaluación ha sido hecha con un criterio avezado, ésta la tiene. Pero el reconocimiento de ese mérito no tiene porqué determinar de forma obligada que dicha obras nos lleguen o que ni siquiera nos gusten.

Ahora bien, mención aparte requiere aquel que, sin punto de vista objetivo ni ojo avezado que lo avale, se lanza a pontificar sobre las excelentes cualidades de tal o cual obra artística. O lo que es peor. Pontifica basándose en la opinión oída a un tercero que tampoco tiene ni puñetera idea. Y el acabóse deviene cuando llega un cuarto que pontifica sobre lo pontificado por un tercero que a su vez recoge lo oído a uno que no tenía ni idea. Es decir, la máxima termina siendo «Alabemos el nuevo traje del emperador» hasta que surge alguien que dice que sí, que el Ulises de Joyce será todo lo revulsiva, transgresora, innovadora, termodinámica y diurética que se quiera pero que aburre a las ovejas. Hasta que llega el niño que, señalando con el dedo, grita que el emperador está desnudo. Sólo que aquí, al contrario que en la fábula, le llueven los capones.

¿Me he mojado lo suficiente?

Un saludo,
Prometeo

19/11/06 22:47  
Blogger Prometeo dijo...

Estimada Angéline:

Gracias por sus buenos deseos. Por fortuna, la taimada gripe va remitiendo. Poco a poco, pero lo hace.

Las presentaciones de libros, desde la perspectiva del autor, no tienen nada de particular salvo que son un engorro necesario por lo que tiene de escaparate público. Ya he reseñado en algunas de las entradas la importancia del marketing dentro del proceso de un lanzamiento editorial y una de las consecuencias de ese proceso son las presentaciones. Consideración aparte merece los actos de firma de ejemplares y el trato cercano y directo con los lectores. Ahí si que hay opiniones para todos los gustos. Desde el autor que los odia pero que lo disimula por no perder charme frente a sus clientes —hay autores que así consideran a sus lectores— hasta el que realmente disfruta con ello y le sirve de ayuda para futuros textos. Algún día hablaré sobre ello con mayor amplitud.

Un saludo,
Prometeo

19/11/06 23:01  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado Unamasque:

El comportamiento que usted dice haber encontrado en la Red no es exclusivo de este ámbito. Tendría usted que ver las ínfulas que gastan algunos en tertulias, presentaciones, congresos y mesas redondas. El tema del escritor maldito, atormentado e incomprendido por su tiempo ni es nuevo ni es noticia. Simplemente ha encontrado otro medio más a añadir a sus canales de difusión —o profusión—: Internet.

Respecto a su predisposición hacia el Ulises de Joyce, nada que objetar. Permítame ofrecerle mi más sincero reconocimiento por sus planteamientos a la hora de leer dicha obra. Yo no llegué nunca a tanto.

Un saludo,
Prometeo

19/11/06 23:11  
Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Prometeo:

Mil gracias por su blog,llevo dias buscando por la red algo así,tengo tantas dudas...Y necesito algún alma caritativa que me ayude...Ahí va una pregunta por si es usted: -Si un autor novel desea publicar su primera obra y esta es muy critica con el sistema, ¿no será mejor intentar publicarla con seudonimo autoeditandola? Muchas gracias.

20/11/06 00:16  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado Nobel/novel confundido/confuso:

El acto de publicar una obra bajo pseudónimo o de forma anónima es una medida compleja que conlleva una serie de decisiones de carácter muy personal. No hay un consejo concreto a dar en casos como éste porque todo depende de la perspectiva, los deseos y los fines perseguidos por el autor de dicha obra. Lo que sí debe tenerse meridianamente claro es lo que se obtiene y lo que no al dar un paso de ese calibre.

Si una de sus finalidades es obtener reconocimiento y notoriedad pública en función del contenido de su obra, obviamente, ese no es el camino. Si es su primera obra, la próxima vez que trate de publicar, no podrá contar con la ventaja de añadir a su currículum dicha circunstancia —o si lo hace, dicha ventaja se verá en cierto punto mermada—. Tendrá que continuar labrándose un nombre desde cero. A no ser que asocie de por vida toda su obra literaria a ese pseudónimo.

Si su finalidad es denunciar a toda costa una situación o hecho determinado de circunstancias espinosas y hacerlo sin un afán de notoriedad concreto y sin verse envuelto en posibles represalias de cualquier tipo, ese es un camino a tener en cuenta. Pero tenga en cuenta una cosa: en este país, de las obras editadas con pseudónimo, sobre todo si su contenido obtiene cierta relevancia pública, siempre termina conociéndose, por activa o por pasiva, la autentica identidad de su autor. Cabe dentro de lo posible que la protectora medida de adoptar un pseudónimo termine resultando superflua.

¿La autoedición? En varias de las entradas de este blog la he desaconsejado tajantemente. No por mala solución, sino porque sus fines no suele adaptarse a las expectativas de un autor diletante. Si se sabe de forma exacta y concreta lo que se va a obtener a cambio de un servicio como ese, la opción es tan lícita como otra cualquiera. En el ejemplo que le he indicado antes, alguien que escribe un texto para llevar a cabo una denuncia de tipo social, política o de cualquier otro ámbito, que no encuentra una editorial que desee hacerse eco de dicha denuncia y que su autor desee hacerla pública a toda costa, la opción de la autoedición podría ser una vía adecuada, sabiendo en todo momento lo que se va a obtener a cambio de dicha elección: no hay distribución, no hay grandes medios publicitarios, no hay posibilidad de llegar a una gran masa de lectores, no hay relevancia pública —ni para el autor ni para el texto—.

Estudie su caso concreto y, en función de su situación y del carácter de su obra, tome la decisión que estime oportuna. Lamento no poder aconsejarle con mayor rotundidad.

Un saludo,
Prometeo.

20/11/06 12:40  
Blogger Juan Carlos Márquez dijo...

Sí, el Ulises es un peñazo y Rayuela, otro. Basta ya de mitomanías.

21/11/06 16:31  
Anonymous Anónimo dijo...

Adhiero completamente. Y la poesía de Benedetti es escolar.

22/11/06 13:23  
Blogger guderian2 dijo...

Respecto al comentario acerca de que los escritores son malos colegas... Creo que Prometeo es la prueba de que eso no es así: Nos está regalando su tiempo y esfuerzo para ayudarnos a nosotros, humildes aficionados, a poder sacar algo de provecho (no necesatiamente económico) de nuestras obras. Y todo de forma completamente desinteresada. ¿No es eso buen compañerismo?

3/2/07 14:32  

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