Miserias Literarias

Desgranando el agusanado mundillo editorial

20 octubre 2006

Cifras editoriales

Suele darse una cierta controversia acerca del volumen a alcanzar para que un determinado lanzamiento pueda considerarse un «éxito de ventas» dentro del ámbito editorial. La controversia suele generarse porque dichas cifras, lejos de ceñirse a patrones objetivos, deben ser evaluadas mediante factores completamente arbitrarios. No se obtiene el mismo balance de resultados si la editorial Makario vende 3.000 ejemplares de la última edición del poeta taoísta Nikito Nipongo —lo que podría considerarse un clamoroso éxito de público y crítica— que el que el grupo Planeta venda 3.000 ejemplares de la última obra de Matilde Asensi —que sería considerado como un estrepitoso fracaso—. Aun siendo, a efectos objetivos, la misma cantidad de ejemplares vendidos, los criterios de su análisis serían muy diferentes.

Todo el mundo ha oído hablar del extendido tópico de que en España se edita mucho, demasiado quizá. Y no siempre bien. Se maneja la cifra de 70.000 ediciones anuales y si bien esta cifra es algo truculenta —esa cantidad incluye reediciones, folletos, revistas y asuntos varios—, lo cierto es que es una cifra realmente alta. La tirada media por lanzamiento de una editorial española media suele rondar los 2.000 ejemplares. Esto no quiere decir nada y mucho menos el que todo autor, por el hecho de publicar, contemple cómo 2.000 retoños suyos ven la luz. Hay que tener en cuenta que para que esa media se mantenga, cuando surge una tirada superior a los 25.000 ejemplares —más que habitual para un autor reconocido de una editorial de primera línea—, la media tiene que compensarse con 19 tiradas de 800 ejemplares. Y, por otro lado, el camino a recorrer para que una edición en concreto destaque de entre ese maremagnum de 70.000 lanzamientos es muy complejo si no se cuenta con la maquinaria del marketing detrás —y aún contando con ella, en muchas ocasiones, se convierte en un intento fallido—. Hoy en día, en España, vender por encima de los 10.000 ejemplares ya puede ser considerado éxito de ventas. Se le adjudica la etiqueta de best seller a todo lanzamiento que supere los 30.000 —50.000 según estiman otras fuentes— ejemplares vendidos. A título anecdótico, un autor suele embolsarse por un éxito de ventas estándar una fortuna que rondaría en torno a los 18.000 euros —10% de 10.000 ejemplares vendidos al precio medio de 18 Euros— de los que, además, hay que descontar impuestos. Teniendo en cuenta que se produce un éxito de ventas por cada 200 ediciones lanzadas al mercado y que aun produciéndose esa rocambolesca circunstancia, los beneficios obtenidos por parte del autor no superarían el sueldo medio de un año de trabajo en cualquier otra profesión entenderemos el motivo por el cual suelo aconsejar que, si lo que pretendemos es ganar dinero, lo mejor dedicarse a hacer reducciones de la Lotería Primitiva. No me cansaré de repetirlo: ser escritor es una carrera de fondo en la que la meta es, en primer lugar, escribir y después, publicar de forma regular. En dicha maratón, el hacerse rico es tan sólo la lejana y muy puntual recompensa a esa constancia dedicada durante años de trabajo. Y ese es el motivo por el cual no puedo evitar que se dibuje una cierta sonrisa benevolente —que no burlona, lo juro— en mis labios cuando converso con algún aspirante a escritor que sueña con escribir un libro, forrarse y retirarse del mundanal ruido. No tengo nada en contra de las ilusiones de los demás ni disfruto derrumbándolas cual castillo de naipes pero ni esto es Disney ni yo soy Bambi. Aquí hemos venido a conocer el terreno que pisamos. Y cuanto antes ocurra, mejor. Como contrapartida y para no exterminar por completo al ángel de la esperanza, si es cierto que en uno de cada 1000 casos se produce el efecto «Ildefonso Falcones» o «Pablo Tusset» y alguien se forra con un único libro. La circunstancia está ahí y darse, se da, pero yo les aconsejaría que, de querer hacerlo, viesen reflejadas sus aspiraciones en las otras 999 situaciones. Los casos en los que se consigue el éxito son muy conocidos, públicos y notorios y saltan a la palestra pero resulta complicado —precisamente porque ni es público ni notorio— hacerse una idea real de la cantidad de casos en los que eso no ocurre.

Otro consejo a tener en cuenta. Un libro tiene su mayor pico de ventas durante los seis primeros meses de vida tras el lanzamiento y es durante ese periodo cuando la editorial —si es de cierta entidad y se encarga de la cuestión— o el autor —si es, a la postre, el mayor valedor— deben volcarse en la promoción de la obra. Una vez terminado ese periodo, el volumen de ventas de una obra decae hasta llegar —en el mejor de los casos y si no se trata de un ansiado long seller— a menos de una cuarta parte. Y recuerden lo comentado en otra entrada: nada permite obtener mejores resultados que la propia iniciativa.

A modo de coda a esta entrada me gustaría comentar el «truco de la quincuagésimo novena edición» que tan acostumbrados estamos a contemplar en fajas y pegatinas estratégicamente situadas en las cubiertas de los ejemplares que vemos en los grandes centros de venta. Cuando se firma un contrato editorial se reseña el número máximo de ediciones que se ceden en explotación y los ejemplares de los que debe constar cada edición. Es muy habitual que estas cifras sean muy amplias para conceder un gran margen de maniobra —a su favor, obviamente— al editor. No es extraordinario encontrar contratos en los que se especifica que los derechos cedidos comprendan, por ejemplo, 50 ediciones de 20.000 ejemplares cada una. La cuestión es que, por cada edición, el editor no imprime los 20.000 ejemplares de una sola vez sino que, con el fin de ahorrar en costes de edición y almacenaje, tan sólo imprime aquellos que en principio estima que van a distribuirse —que, en circunstancias normales, best sellers aparte, pueden oscilar entre los 1.000 y los 10.000—. Cuando un libro obtiene un relativo éxito, el editor ordena imprimir más ejemplares con el fin de cubrir las necesidades de distribución. Y lo que, bajo el prisma de la cruda realidad, no es más que una o varias reimpresiones de una misma edición, se convierte, por obra y gracia de la magia del marketing editorial, en una nueva edición. Por este motivo podemos encontrar libros que lucen pomposamente en su cubierta el rótulo de «duodécima edición» cuando, en el mejor de los casos, ha distribuido, como mucho y tirando por lo alto, 10.000 ejemplares. Pero claro, el marketing no conoce de matemáticas. Y, en ocasiones, de vergüenza torera tampoco.

16 Comentarios

Anonymous Anónimo dijo...

Apreciado Prometeo:

Por favor, no deje usted nunca de deleitarnos con sus conocimientos acerca del medio editorial.

Sus ilustradoras aportaciones resultan de una utilidad impagable.

Afectuosamente.

22/10/06 21:51  
Anonymous Anónimo dijo...

No dejo reconocer a su bitácora el merito que tiene (que no es poco) pero si lo que pretende es llamar la atención le aconsejo que se deje de emplear el argumento de las teorías conspiranoicas en las que los grandes grupos editoriales le persiguen con la intención de hacerle callar. Esas fabulaciones autobombisticas son ridículas y sólo sirven para desprestigiar y desvirtuar la labor que hace usted aquí

Es sólo un consejo.

23/10/06 11:49  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado Placebo:

Agradezco sus palabras. No está en mi ánimo el abandonar a corto plazo la publicación de entradas en este blog. Lo que sí es cierto es que, una vez que he tocado gran parte de las cuestiones que tenía en mente cuando inicié esta andadura -autoedición, certámenes literarios, proceso de publicación, agentes literarios, promoción-, cada vez se me hace algo más cuesta arriba encontrar un tema que exponer en esta humilde tribuna. No por desconocimiento del medio sino porque carezco de la visión necesaria para saber cual de los temas literarios y editoriales no comentados hasta ahora puedan ser de interes general para el asiduo visitante a estás páginas. De ahí que, de cuando en cuando, solicite una orientación al respecto pero, por el momento, no recibo demasiadas respuestas al respecto. Me temo que, de seguir en esa tesitura, las entradas de este blog irán espaciándose algo más.

Un saludo,
Prometeo

23/10/06 13:03  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado Anónimo:

Por mi proximidad con el mundo editorial me consta fehacientemente que lo desvelado en este blog está causando cierto malestar a algunas personas próximas a determinadas la esferas editoriales. En ningún momento hablo de conductas mafiosas ni de encontrarme una cabeza de caballo en mi cama. Nada serio pero sí lo suficientemente importante como para que esas personas se estén tomando algunas molestias para tratar de averiguar quién se esconde tras la figura de Prometeo. ¿Con qué ánimo? A fuer de ser sinceros, lo desconozco pero puedo hacerme una idea.

Como ya he comentado en más de una ocasión, me considero un autentico lego en materia informática. Sin embargo, las personas que colaboran conmigo en la gestión de este blog no lo son. Y me han demostrado, con los registros del servidor en la mano, que a este blog acuden frecuentemente personas relacionadas con el mundo editorial y lo hacen desde los servidores corporativos de sus respectivos grupos editoriales, algunos de ellos bastante importantes. Tengo esos registros y puedo demostrarlo. Si es cierto que no pasa de ser un juego divertido del tipo el gato y el ratón y en ningún momento temo por mi integridad ni nada por el estilo pero lo aseguro que no son teorías conspiranoicas ni maniobras de autobombo como usted insinúa.

Un saludo,
Prometeo

23/10/06 13:05  
Blogger Mandarina dijo...

Hola:
Ya que solicita usted ideas para nuevas entradas en el blog, le cuento que, leyendo esta última, me ha surgido una pregunta: ¿Quién o quiénes viven actualmente en España de lo que escriben? O, si esa es una pregunta demasiado complicada, ¿cuántos? Y los que no viven de eso, ¿de qué viven?
Gracias por su blog, resulta de gran utilidad (aunque a veces descorazone un poco).
Un saludo.

23/10/06 17:53  
Anonymous Anónimo dijo...

Antes de que se quede vacío el blog por falta de asuntos, más cuestiones para sus comentarios didácticos:

-Literatura en la Red. Escribir en Internet, “pasando” de editoriales. Escribir para todo el mundo que entienda tu idioma. Sin ansias de estipendios económicos; sólo con la satisfacción de ser leído y de recibir comentarios de quien desee hacerte partícipe de sus opiniones por lo que has escrito. Escribir para ser leído; sin más ambición que esa. En Internet, digo. ¿Qué opinión le merece todo esto?

-En línea con lo anterior: ¿Alguien soporta leer un texto muy largo en la pantalla del ordenador?

Otra cuestión:
-Cuando uno está escribiendo su obra, si al tiempo lee tal o cual novela ¿puede ser influenciado por esa lectura y modificar su estilo de una forma espuria?

Y una batería de preguntas más:

-Si la mayoría de los actuales compradores/lectores de novelas son del género femenino, ¿influye esto en los criterios de las editoriales cuando eligen textos para publicar?

-Y la típica pregunta de eterna polémica: ¿distinguimos entre literatura femenina y literatura masculina?

-¿Algún escritor, de prestigio o no, se permite el lujo o la sapiencia de no filtrar sus textos por un corrector de estilo, de ortografía, etc.? (¿Debería hacerse constar en las primeras páginas de los libros el nombre de estos “obreros”?

-¿Se debería “traducir” El Quijote al lenguaje del castellano de uso actual?

-¿Qué título académico debería poseer un crítico literario? (Al fin y al cabo, sólo un médico puede recetar, ¿no?).

-Sin que te descubras: ¿cuantas veces has cambiado de editorial para la publicación de tus obras? ¿Y de agente literario? ¿Por qué (en ambas cuestiones)?

-¿El anonimato en Internet produce el placer del morbo?

-Háblanos sobre los contratos entre la editorial y el autor.

-Y sobre las “políticas” editoriales.

-La última: ¿Todos los autores que publican de manera habitual, son siempre rentables para la editorial? Si no es así, por qué los siguen editando, ¿o no?

Para finalizar: gracias por su presencia.

23/10/06 18:22  
Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Prometeo, como ya le comenté en una ocasión, estoy escribiendo un libro que espero que sea un bombazo. En este post concreto he sentido como un jarro de agua fría encima de mi cabeza, porque las cifras de ventas con las que sueño no se han citado ni de lejos.

Por fortuna tengo más moral que el alcoyano, y ya que en España las cifras que hay son las que hay, para alcanzar las cifras de mis sueños no me queda más remedio de lograr que mi libro se traduzca a otros idiomas y se comercialize en el extranjero. Por eso le cuestiono, si lo sabe usted, cuándo se llega a traducir un libro y venderlo en los mercados extranjeros, EEUU, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, etc, si lo sabe usted.

Sin más muy agradecido.

Jose.

23/10/06 19:34  
Blogger Prometeo dijo...

Estimados Marina, José y Anónimo:

Para Marina: Creo que su pregunta requiere de una cierta reorientación. La gran parte de los escritores profesionales viven de lo que escriben. Me da la impresión de que su pregunta se refiere más bien a cuántos autores viven de las ventas de sus libros. Trataré de responderle y si hubiese malinterpretado su intención, le agradeceré que me corrija.

Siendo sinceros, en España, de vender libros viven tres. Cuatro como mucho si consideramos que quizá el cuarto tenga algunas dificultades para llegar a fin de mes. Excluyendo pelotazos dabuten —dicho sea sin ánimo peyorativo, tan sólo enunciativo— tipo «Falcones» o «Tusset», la amplia mayoría de los autores de este país no pueden permitirse usar las ventas de sus libros como fuente de ingresos principal por el sencillo hecho de que no les reportaría las suficientes garantías para ello. Depender de unos ingresos tan irregulares —las ventas de los ejemplares, el favor del público y las etapas creativas no se pueden planificar ni cuantificar como el horario de una oficina— frente a pagos terriblemente regulares —hipotecas, recibos, colegios de los niños— sería una autentica irresponsabilidad y una locura.

La gran parte de los autores de este país utilizan la venta de sus libros como un soporte que les permite, además de obtener un apetecible ingreso, hacerse con un nombre lo suficientemente reconocido para poder prodigarse en una serie de actos cuya remuneración sí le ayuda a obtener el sustento habitual. Me explico. Cuando tu nombre ya «suena» y es reconocido en determinados ámbitos literarios, editoriales y públicos, se suele tener derecho de acceso a las siguientes prebendas: jurado de certamen literario de mediana entidad —entre 600 y 1800 Euros—, impartición de clases en talleres literarios —tres grupos de cinco personas, clases de dos horas (seis horas semanales), alrededor de 1200 euros al mes—, participación en conferencias y mesas redondas —a 300 Euros la pieza—, colaboración semanal o columna fija en algún suplemento en prensa escrita —300 Euros por semana—. Obviamente, todas estas cifras son orientativas y fluctúan en función del renombre del susodicho. Todos entendemos que, a la semana, no cobra lo mismo Pérez Reverte por su columna de «El Semanal» que Pilar Adón por la suya en el «20 Minutos». Pero con los datos aportados, podemos hacernos una idea de por dónde van los tiros.

Suena rudo, suena descorazonador pero, en definitiva, «vivir de la literatura» en España a día de hoy es solamente eso: el llegar a obtener un holgado sueldo a base de pasear como aval en los más distintos y peregrinos actos la notoriedad obtenida. Y cuando tienes la fortuna de que esa especie de competición personal por conseguir que tu nombre sea lo más conocido posible llegue a sus más altas cotas, entonces podrás prescindir de todas esas ocupaciones superfluas y vivir sólo de vender libros. ¿Cuantos autores con ese status hay actualmente en España? Como he dicho al principio, salvo pelotazos del tipo «una y no más, Santo Tomas», tres y el gato.

Y todo esto ciñéndose exclusivamente a los casos en los que el susodicho ya se desenvuelve profesionalmente en el ámbito literario sin tener en cuenta a aquellos aspirantes a escritores que se dedican a trabajar de dependientes, descargadores de camiones, taxistas, camareros u oficinistas. Que por cierto, son legión.

Para José: Obviamente, yo trato de comentar la «normalidad» del ámbito literario. El que "La biblia de barro" de Julia Navarro venda 500.000 ejemplares o que "El último Catón" de Matilde Asensi venda 700.000 no deja de ser un apunte anecdótico, excepcional y minoritario aunque sí es cierto que posibilidades de que se dé el caso, como dicen de las meigas, haberlas, haylas. A los casos recién citados me remito. Y, sinceramente, yo me sentiría muy feliz si el caso de su libro fuese ese uno entre 1000. Pero es lo que tienen los datos estadísticos. Que son muy cabrones.

Pero lo que muy poca gente conoce —o se molesta en conocer— es que tras un supuesto «pelotazo» hay detrás una serie de años de trabajo en la sombra de los que nadie sabe y que a nadie suelen importarle. Y cuando Matilde Asensi —esta señora no es que me caiga particularmente bien pero sigamos con el ejemplo— consigue en el año 2000 un rotundo éxito con Iacobus, el público dice, «Cáspita, esta mujer… con su segunda novela y vende lo que no está en los escritos. ¡Qué pelotazo!». Pero el público desconoce que detrás de ese éxito hay un carrera de fondo de lo más ardua que, en el caso de la señora Asensi, le llevó, a modo de entrenamiento, a ser ganadora, por ejemplo, del certamen de Novela Corta «Felipe Trigo» en su edición del año 1996 —cuatro años antes—. Y eso sin contar lo que ya llevara esta señora peleando antes de ganar el «Felipe Trigo». Es decir, que lo de llegar y besar el santo no se lo cree ni Dios. Ni tan siquiera la mayor parte de los que te venden la moto diciendo que ese fue su caso.

Por otro lado, para acceder a los mercados extranjeros es prácticamente imprescindible la gestión de un agente. Y en este caso concreto, si es de una gran reputación, mejor que mejor. Ellos son los encargados de acudir a las ferias anuales —Francfort, Bolonia, Londres— donde se negocian entre agentes y editores ese tipo de contratos. Obviamente, negociar con dichos editores foráneos también tiene su miga, sus pros y sus contras porque estos editores extranjeros —salvo honrosas excepciones— van a la caza de traducir y editar textos que ya hayan sido best sellers en su país de origen. De hecho, si no vas con un autor que haya vendido al menos 50.000 ejemplares en su país, ni se te ocurra acercarte a ellos. Por desgracia, en el caso de las traducciones, es preferible —salvo honrosas excepciones, repito— ser primero «profeta en tu tierra»

Lamento ser el portador de tan funestas noticias pero le agradeceré que no mate usted al mensajero. Le aconsejo que lea la respuesta de Marina. En parte también estaba dedicada a usted. No pretendo ser su aguafiestas particular. Aunque quizá usted no lo crea o no lo vea así, estoy tratando de ayudarlo. Y, por supuesto, no pierda nunca esa moral de la que presume. Es un bien muy preciado, de los más preciados —junto con el tesón y la paciencia— para todo escritor diletante.

Para Anónimo: Gracias por su batería de preguntas. Con su permiso, las guardo como oro en paño para ser respondidas en breve una futura entrada del tipo «Consultorio Literario».

Un saludo a todos,
Prometeo

24/10/06 12:56  
Anonymous Anónimo dijo...

Mi más sincera enhorabuena, señor Prometeo, tanto por sus interesantes posts en esta bitácora como por sus extendidos comentarios. Éste que acaba de exponer es tan valioso en sí mismo como cualquiera de sus posts.

Una curiosidad. ¿Que consideración le merece el lenguaje SMS y su extrapolación al lenguaje habitual?

24/10/06 15:42  
Blogger CAROLINA MENESES COLUMBIÉ dijo...

Leerlo a usted es como vestirse de armadura para ir a recibir los golpes en batalla despareja. El soldado sabe lo que le espera,lo más probable es que muera por tanto palo, pero puede ser que la armadura no sólo le salve la vida sino que también lo ayude a llegar hasta la torre.
Y por supuesto que me encantaría saber quién es usted. ¿O también usa armadura? Sé que no me dirá quién es, no por eso dejaré de leerlo.

24/10/06 21:12  
Anonymous Anónimo dijo...

Ahí van mis dudas, Prometeo.

- ¿Por qué los escritores son tan malos compañeros de sus colegas? Desde que empiezas y eres nóvel ya puedes sentir esa mirada lacerante en la nuca y cuando te giras ¡zas! otro escritor en busca de editorial a punto de clavarte un cuchillo.

- La angustia de no publicar, a pesar de que se hayan reconocido tus méritos, ¿puede llegar a matar el deseo de escribir? Empiezo a pensar que sí ¿conoces algún caso?

- Una vez te publica una editorial modesta sin pedirte a cambio más que tu libro y tu presencia en la promoción ¿qué puedes hacer tú por la obra que no sea pasearte desnudo por el centro de Madrid?

- ¿Cuando inicias una novela ya sabes lo que quieres contar o te dejas guiar por los personajes y sus historias? Esto es algo que me interesa mucho porque no sé si he perdido la inspiración o me han abandonado mis "personajes".

- ¿Qué pasa un año después de haber publicado tu novela en una editorial modesta si no has supuesto un bombazo nacional? ¿Lo tienes difícil para colocar otra? ¿Decir que has publicado puede abrirte alguna puerta... digamos agencial?

No nos abandones, plis. Y, por favor, guarda bien tu secreto, este es el país de las conspiraciones. Se disfruta más hablando de los demás... mal, por supuesto, que creciendo.

Un saludo

25/10/06 08:18  
Anonymous Anónimo dijo...

Sr. Prometeo, desde que descubrí su Blog hace unas semanas es la primera página que visito cada mañana cuando me coloco delante del ordenador, dispuesta a enfrentarme a una jornada laboral, le aseguro que es una de las mejores maneras de iniciar el día.
Permítame pedir su opinión sobre algo a lo que llevo dando vueltas unos meses, los mismos que hace que terminé mi novela.
Escribo por afición desde…, realmente no sé cuando empecé, me recuerdo siempre escribiendo, aunque cosas cortitas, aisladas. Esta vez fue distinto, la escritura empezó a fluir y un buen día me encontré poniendo el punto y final a una novela, corta pero novela. Dos personas la han leído para hacerme sus correcciones, un filólogo y un lingüista, ambos grandes lectores a los que les pareció buena. Uno de ellos, que colabora con una editorial de reconocido prestigio, me propuso presentarme y avalarme, no le he contestado aún, sinceramente ¡me da tanto vértigo!
En una de sus entradas en esta página hablaba usted de los concursos literarios; tome los nombres y empecé a escudriñarlos, coincidió que uno de los pocos que mencionaba como “honestos”, había abierto el plazo de recepción de originales a un certamen de cuentos; no se si es un exceso de atrevimiento o de tímida intención, lo cierto es que envié uno, tal vez por la simple razón de que no sea por mi novela la primera negativa editorial que reciba.
¿Qué opina?, ¿cual es para usted la mejor manera de intentar la entrada en el mundo de la publicación, los concursos o las editoriales directamente?, y una cosa más, ¿piensa usted que antes de ir a un editor, es mejor que en tu cajón haya ya más de una obra?
Muchísimas gracias por la respuesta que estoy segura me ayudará, y por supuesto por esta página.

25/10/06 10:01  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado Mammet:

Tomo nota de su pregunta que contestaré con sumo gusto junto a otras en una futura entrada.


Estimado anónimo:

Le digo lo mismo que a Mammet aunque le adelanto que hay alguna de ellas que ya he respondido en anteriores entradas del tipo «Consultorio literario». Por ejemplo, la primera de ellas.


Estimada Lurdena:

Yo también gusto de vestir mi propia cota de malla. Ya comenté en una ocasión el motivo: no es compatible el ayudar a los demás con la perspectiva que pretendo hacerlo con el hecho de no enemistarme con determinados compañeros de profesión. Y no deseo renunciar a ninguno de esos dos placeres. En cualquier caso, no le conceda tanta importancia al emisor. Le aseguro que, en este contexto, no la tiene. Préstele mayor atención al mensaje. Su propio criterio terminará por indicarle si merece la pena o no pero le aseguro que, entre esos dos conceptos, lo determinante es lo que se cuenta y no quien lo haga.


Estimada Inir:

Permítame ofrecerle un consejo: en cuestiones relativas a temas literarios no tome las afirmaciones de nadie como si fuesen dogmas de fe. Nunca. Jamás. Ni tan siquiera —o sobre todo— las mías. Tal y cómo le dije a José en un anterior comentario, yo trato de mostrar en mis exposiciones lo habitual —la «normalidad»— del mundillo editorial lo cual no quiere decir que no existan las excepciones ni que su caso no pueda ser una de ellas. Por ejemplo, la experiencia me ha enseñado que lo «normal» en una primera novela de cualquier autor es que dicha obra permanezca por siempre inédita —por inmadurez del texto, porque realmente suele ser un ejercicio de estilo, por múltiples causas—. ¿Hay autores que han publicado su primera obra? Por supuesto. Conozco casos. ¿Es esto lo habitual? En absoluto. Con esto quiero indicarle que, si bien, las circunstancias habituales suelen ser las que narro en mis entradas, ello no es óbice para que, en determinados y puntuales casos, puedan darse una serie de supuestos que invaliden dichas premisas. De hecho, para eso suelen servir las excepciones, ¿no? Para confirmar reglas.

Dicho esto, le contesto a su pregunta. La mejor manera de intentar la entrada en el mundo editorial es aprovechar la primera oportunidad factible que se presente. Fuere cual fuere. Si usted cuenta con la fortuna de conocer a alguien próximo a dicho ámbito y que está dispuesto a ayudarle, no lo dude. Olvide el vértigo y aproveche la oportunidad que le presenta su avalista. Como he repetido hasta la saciedad, la de escritor es una carrera de fondo donde la paciencia y la cautela son dos de las virtudes más indispensables. Tiempo habrá de evaluar otras posibilidades para su obra presentándola a la próxima edición de ese concurso —o a la siguiente, o a la otra— pero cuando surge una oportunidad evidente, la única opción viable es no dejarla escapar.

Por otro lado, no pienso que sea preferible el que los cajones de los autores se llenen de intentos fallidos antes de presentarse ante un editor. Uno debe presentarse ante un editor cuando considere que tiene entre las manos una obra lo suficientemente digna, sea esta la primera, la tercera o la decimoséptima. Lo que si suele ocurrir es que los primeros intentos de cualquier escritor diletante no pasan de ser meros ejercicios de estilo inmaduros en los que el autor aún está aprendiendo a captar, a manejar el tono y el pulso de su propia voz narrativa y, por norma general, es el mismo autor, con la perspectiva temporal, el que opta por guardarlos en un cajón. Pero como he comentado antes, para todo hay excepciones.

Un saludo a todos,
Prometeo.

25/10/06 16:14  
Anonymous Anónimo dijo...

Gracias de nuevo, muchas gracias.

26/10/06 09:48  
Anonymous Anónimo dijo...

Estimado Prometeo:

Cuando más convincente resulta usted, a mi juicio, es cuando nos habla de avatares editoriales o cuando aconseja tan razonablemente a escritores noveles, en reconfortante coherencia con los propósitos que confiesa usted para este blog. Sin embargo hay otro tema que ha tratado poco, o de forma tangencial, y que por un par de pinceladas que he podido atisbar en lo que lleva escrito me parece que podría resultarnos apasionante a muchos. En una de esas pinceladas hablaba usted de la "historia que pugna por salir" de quien tiene madera de escritor y en otra del proceso de maduración de "la voz narrativa", de sus vicios y defectos, y de los ejercicios de estilo. Parece que por ahora nuestros contertulios virtuales la han facilitado material para alguna nueva entrada (habrá visto, por lo rápido de la respuesta, que no queremos de ninguna forma que nos abandone) pero para futuras entregas me permito sugerirle que considere este asunto de la creación literaria, de sus primeros síntomas y sus primeras etapas y dificultades. No pretendo que convierta este blog en un taller literario on-line (aunque si lo hiciera, tal vez me planteara apuntarme :-) ) sino que desde su experiencia y su conocimiento nos hable no sólo de la aventura editorial -que también, ya ve- sino de la aventura de la creación, y de sus infinitas dudas, dificultades, aprendizaje, hábitos, etc., bien entendido que me refiero a ideas generales, convicciones personales, comentarios que por evidentes que puedan parecerle a lo mejor resultan de mucho interés o utilidad para quienes leemos su bitácora.

Y siempre gracias, son obligadas.

26/10/06 15:38  
Blogger Prometeo dijo...

Estimado y asiduo contertulio Anónimo uno:

Tomo nota de su sugerencia para un futuro. Aun sin pretender que ello conlleve la transformación de este blog en un taller literario, estoy de acuerdo en que el aportar una serie de apuntes o pinceladas acerca del proceso de creación quizá pueda resultar una experiencia interesante.

Un saludo,
Prometeo

26/10/06 17:10  

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